EP122 – Brecha Contra Ganancia

Cada vez que abrazas una meta y experimentas progreso  a través de esa dedicación, logras una mejora fundamental y cualitativa, expandiendo permanentemente tus capacidades y posicionamiento.

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Baltasar Gracián  dijo …«La ganancia y la pérdida son las dos ruedas de la rueda de la fortuna».

Muchas personas se abstienen de elaborar una declaración de visión o misión debido a una sensación de desmotivación. Esto se debe al hecho de que, cuando visualizan su futuro, en lugar de sentirse inspiradas, experimentan insatisfacción e incluso negatividad emocional hacia sus logros actuales. A menudo, se centran en las oportunidades perdidas en lugar de reconocer su progreso. En términos coloquiales, ven el vaso medio vacío.

Muchas industrias, líderes y estándares comúnmente implementan indicadores clave de desempeño (KPI) inmediatamente después de establecer sus valores culturales, con el objetivo de evaluar el progreso de la organización hacia el logro de sus objetivos. Si bien este enfoque parece lógico, presenta un problema sutil. Al establecer KPI, las organizaciones se miden esencialmente a sí mismas en función de un ideal hipotético, creando una brecha entre su estado actual y el escenario de «debería ser». Esta brecha, a su vez, puede conducir al desaliento y a una sensación de insuficiencia. Este método de evaluación anima a los individuos y a las organizaciones a compararse con un único ideal inalcanzable.

El peor escenario surge cuando comenzamos a evaluar a las personas en función de nuestras nociones preconcebidas de perfección. Imagina que planeas una cena romántica con tu pareja, solo para ser frustrado por la lluvia. Como resultado, te ves obligado a organizar una deliciosa cena casera con invitados adicionales. En tu mente, tenías un escenario idealizado de ser atendido y disfrutar de una velada privada con tu pareja. Ahora que estás cocinando y preparando, la experiencia no se siente ideal. Estás comparando el evento real con tu ideal preconcebido, en lugar de apreciar el tiempo que pasas con tu pareja y compartir la experiencia con los demás. Además, estás agregando trabajo innecesario a tu plato.

Si no te hubieras fijado expectativas de antemano, habrías disfrutado más de la experiencia y habrías estado más agradecido por lo que tenías. En el caso de que no tuvieras un ideal preconcebido en mente, te habrías beneficiado de la cena, ya que estuviste rodeado de tus seres queridos y pasaste una velada maravillosa.

La distinción entre estar en la “brecha” o en la “ganancia” radica en cómo evalúas tus experiencias y, a veces, a ti mismo. Cuando vives en la “brecha”, tu pasado se convierte en una fuente de insatisfacción, ya que no se alinea con tu ideal percibido. Te conviertes en alguien obsesionado con los “deberías” y los “podrías”. Por el contrario, cuando aceptas la “ganancia”, te enfocas en los aspectos positivos de tus experiencias y aprecias lo que has logrado. Compararse a sí mismo, a sus equipos o a su organización con estándares idealizados es una receta para la decepción, incluso para las personas más optimistas e idealistas. Esto se debe a que nuestros ideales son inherentemente fluidos y están en constante evolución, cambiando constantemente en función de nuestras circunstancias y perspectivas actuales. Es similar al horizonte en un desierto: no importa lo lejos que viajes, se aleja perpetuamente en la distancia, siempre fuera de tu alcance.

Si has visto recientemente los documentales sobre Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone, te darás cuenta de que ambos admiten abiertamente haber experimentado una brecha persistente entre sus logros reales y su yo ideal percibido. Este vacío creó un vacío dentro de ellos que se sintieron obligados a llenar, incluso después de lograr sus sueños de larga data. Tanto Arnold como Sylvester alguna vez creyeron que la fama y la fortuna les traerían paz y felicidad duraderas, pero descubrieron que después de alcanzar el pináculo de sus respectivos campos, siempre parecía aparecer otra cumbre ante ellos. En última instancia, este patrón refleja una dependencia malsana de factores externos para satisfacer nuestros deseos más profundos, desviando nuestra atención de las verdades profundas dentro de nosotros mismos.

El antídoto a esta insatisfacción perpetua radica en cambiar nuestro enfoque de la brecha a la ganancia. En lugar de medir nuestro progreso en función de un ideal inalcanzable, deberíamos celebrar la distancia que ya hemos recorrido, reconociendo el progreso que hemos logrado desde donde empezamos. En lugar de fijarnos en la vasta extensión del horizonte, deberíamos apreciar el terreno que hemos cubierto.

Cuando te enfocas en la brecha, tus experiencias se convierten en la fuerza impulsora detrás de tus acciones. Sin embargo, si los eventos no se alinean con tus expectativas idealizadas, puedes sentirte como una víctima de las circunstancias. Por otro lado, cuando aceptas la ganancia, cultivas una mentalidad anti frágil, donde cada experiencia, independientemente de su naturaleza, se convierte en una oportunidad de crecimiento. Reconoces que cada momento tiene el potencial de enseñarte algo valioso, lo que te lleva a una mejora continua a lo largo del tiempo. Esto se alinea con el dicho «todo sucede para ti, no te sucede a ti», lo que sugiere que incluso las experiencias desafiantes ofrecen lecciones valiosas que contribuyen a nuestro crecimiento personal.

Al cambiar tu enfoque hacia las ganancias, cultivas una mentalidad de progreso perpetuo, lo que te permite identificar y capitalizar las oportunidades de crecimiento en las experiencias cotidianas. Este enfoque fomenta un sentido de logro y confianza en ti mismo, lo que te motiva a seguir avanzando. En consecuencia, es más probable que generes ganancias aún mayores cultivando activamente el progreso en tu vida diaria.

Revisando el concepto central de nuestra discusión de hoy, convertir las pérdidas percibidas en ganancias es la esencia del crecimiento personal, de equipo y organizacional. Si bien tus aspiraciones siguen siendo las mismas: ser el campeón de la temporada, el pináculo de la excelencia y la encarnación de tu visión, el enfoque cambia de medir la brecha entre tu estado actual y el ideal a celebrar los avances que has logrado. Cada vez que abrazas de todo corazón una meta y experimentas un crecimiento transformador a través de esa dedicación, logras una mejora fundamental y cualitativa, expandiendo permanentemente tus capacidades y posicionamiento.

 Henry Ford: «El crecimiento es un proceso, no un evento».